Te pariré de mis manos negras
de mi vientre de hulla transparente,
de petróleo y gas,
de herir el átomo profundamente.
Mas tu serás tan bello como un río,
conquistarás un día el horizonte
y ya no serás mío
y mis pechos ya no serán tu fuente.
Dormirás en las piedras
un sueño permanente,
te mojará el rocío
de mi llanto caliente.
1 comentari:
... y ya no serás mío...
Los hijos nunca son nuestros. Lo olvidamos. Nacen en nosotros pero no nos pertenecen.
Me es duro aceptar su marcha.
Me ha gustado también mucho este poema, Belén. aunque, reconozco, que me ha entristecido.
Un petonet
Publica un comentari a l'entrada