No tuve otro remedio,
tuve que crecer.
Hacerme redonda y torpe.
Cada mes
estiraba más la piel.
No bastaba.
Y es que el cuerpo de un hijo
no perdona.
Saqué mi piel del armario,
me ensanché,
tomé piel prestada al mundo,
maduré,
como si yo fuera fruto.
No bastaba.
Y es que el cuerpo de un hijo
no perdona.
Y fui diosa:
de la nada hice piel.
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada